Compartir, estoy seguro, es de las mejores experiencias de la vida, y más aún cuando se hace entre amigos. Hace unos días me eché unos vinitos en compañía de mis muy queridos Claudia Lizaldi, su esposo Eamonn y Lupita Martínez. Fue una noche padrísima, y es que jamás se terminan los temas a comentar; desafortunadamente al otro día todos teníamos muchas actividades, pero nos pudo haber amanecido.
Claudia y yo, en algún tiempo, estudiamos en la misma escuela, pero fue hasta años después cuando comenzó nuestra amistad, que haciendo cuentas suma ya como 10 años. Se considera una mujer loca, soñadora y atrevida, y su marido estuvo de acuerdo.
La Lizaldi es de las mujeres que conozco en este medio que todo el tiempo está trabajando; lo mismo está en teatro que haciendo cine, involucrada en algún proyecto en televisión o en una fundación, escribiendo un libro o preparando una conferencia; además, por si todo lo anterior fuera cualquier cosa, también es mamá, esposa y empresaria. Claudia Lizaldi no para, pero por eso -queridos lectores- está en donde está. Sin embargo, mucho se ha dicho de ella. Se le critica su buena onda, su buena vibra, y en muchas ocasiones hasta su felicidad: “Hay mucha gente que dice que soy mucha luz y que todo el tiempo estoy de buen humor, y no es cierto, para nada. Tengo un carácter súper fuerte, me he vuelto una persona no dura, pero sí creo que he elegido el camino de decir lo que pienso y a veces eso no es muy agradable a los ojos de algunas personas. He aprendido mucho a reírme de los comentarios -no los demerito-, los asumo como el punto de vista del otro. No me compro los halagos, pero tampoco me compro las ofensas. Yo sé dónde estoy parada, conozco mi verdad. Lo que sí te puedo decir, Leo, es que soy una persona adicta a ser feliz, porque la he experimentado y me fascina. Pero de que puedo ser una histérica e insoportable en muchos sentidos y que me puedo ensimismar, claro”.
Entre canciones de The Beatles, Bob Marley y Jack Jackson transcurrió nuestra plática; me compartió cómo vivió parte de su niñez y de sus inicios en este medio: “Tuve una infancia con unos padres muy apoyadores. Cuando le dices a un niño que sí puede, es un regalo maravilloso. A mí no se me ocurre vivir un fin de semana sin mis papás. Yo me acuerdo de mi vida con mis papás, ellos se dedicaron a hacer familia. Mi primer trabajo me lo conseguí un día que me fui de pinta, a los 10 años, como modelo; claro que a mis papás les dije que habían ido a hacer una promoción a la escuela. Desde chiquita entendí que todo era posible; no podía a lo mejor dedicarme a modelar porque siempre fui muy chaparrita, pero a los 17 años puse una agencia de modelos y teníamos marcas importantísimas; Claudia Quijas era mi socia. Siempre he ido creyendo y creciendo en todos los aspectos de la vida. He emprendido muchas cosas, algunas han sido exitosas, otras no, pero ¿sabes qué creo que ha sido lo que más me ha ayudado, Leo? Que nunca me he preguntado: ‘¿Y qué pasa si fracaso?’, jamás pasó por mi mente, y como nunca me lo pregunté, he hecho todo lo que se me ha ocurrido. Evidentemente yo podía tener a mi favor que mis papás siempre me apoyaron, pero creo que en la vida los límites te los pones tú. He hecho de todo, estoy muy orgullosa de la carrera que he llevado. Hay gente que se burla de mis libros, por ejemplo; a veces hacemos cosas que muchos van a criticar, pero a otros les va a ayudar”.
A sus 35 años, Claudia Lizaldi, la personalidad con estilo de esta semana, sabe muy bien lo que quiere, y con seguridad me enfatiza: “En la vida no hay reglas, nada está determinado. Un día alguien me dijo: ‘¡Estás muy chaparrita y tienes el cabello negro, no eres el prototipo de las chavas que busca Televisa!’, y fíjate cómo las cosas caen por su propio peso. Y todo lo que he logrado, por supuesto que mi trabajo me ha costado”.
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