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Un hombre de lucha, conoce a Román Rodríguez Márquez

por: Alexis Finkler

A partir del 1 de julio, Román Rodríguez Márquez, orgullosamente egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), será el Director General de Helados para Latinoamérica en Unilever, un logro más en sus 23 años dentro de la empresa, a la que llegó con la firme intención de liderar y colocar como la primera en su ramo, por supuesto con el apoyo de su gran equipo de trabajo.

Para iniciar la entrevista y antes de hablar de sus logros profesionales, Román comienza por contar de dónde viene, y lo hace con gran orgullo y agradecimiento, primero a su madre, que sola logró sacar adelante a seis niños y hacer de ellos hombres de bien; también nos habla de la familia que ha formado con su esposa Kari.

“Soy hijo de una madre soltera, somos seis hermanos, soy el quinto de ellos, imagínense a mi madre criando a seis hombres, seguro fue algo complicado. Desde que tengo uso de razón practiqué lucha grecorromana, mi primer diploma lo logré cuando tenía menos de 4 años y pesaba 17 kilogramos, obteniendo el primer lugar Nacional infantil, aún lo guardo con mucha añoranza y orgullo. A partir de la disciplina del deporte, en mi vida empezó a regir un modelo muy interesante del que tomé valores como el trabajo constante y la disciplina, pero sobre todo amor, porque si algo nos dio mi mamá en cada momento fue mucho amor.

“La lucha grecorromana es un deporte poco conocido que en realidad es muy completo, donde la preparación física y mental son muy relevantes. Puedo asegurar que la lucha me dio grandes fundamentos en los que hoy se basa mi vida: trabajo, disciplina y amor a lo que uno hace. Si algo pudiera agregar a mi formación es el valor de la fe, mi mamá tenía mucha, siempre creyó en que sus seis hijos podríamos lograr cosas más grandes de lo que nos imaginábamos, y tuvo mucha razón, hoy les puedo decir que los seis hijos que mi mamá tuvo y formó somos hombres de bien, tenemos una forma de ser, de vivir, de trascender influenciada enormemente por los valores que ella siempre nos inculcó, somos felices hoy con nuestras vidas, hemos formado nuestras familias y trabajamos duro todos los días.

“¡Este año cumplí 28 años de matrimonio con Kari, quien es una persona excepcional y mi mejor complemento, siempre digo que ella es la parte bonita de mi vida! Tenemos tres hijos increíbles, Alexa, Erick y Jois; Alexa y Jois están fuera de México preparándose para continuar persiguiendo sus sueños, y Erick trabaja para una compañía mexicana de alimentos y vive con nosotros. Ellos son mi inspiración diaria, el motor que me hace levantarme cada día para ser una mejor versión de mí”.

Emocionado al hablar de sus raíces, agrega: “Siempre he creído que la suma de voluntades muchas veces es más valiosa que el recurso mismo, la magia ocurre cuando todos buscamos un mismo objetivo en cualquier ámbito de nuestra vida, en lo personal y muchísimo más en el profesional, donde podemos no tener el máximo recurso para operar un negocio, pero si la gente, los equipos y la mente están comprometidos y buscando un mismo objetivo, se puede lograr”.

Al hablar de cómo ha llegado al lugar donde está, comenta: “Entonces, si tú me preguntas cómo es que llegué hasta aquí, es tratando de vivir todos los días con mucha disciplina, constancia, amor a lo que hago y, muy importante, con la mente abierta a siempre aprender algo nuevo de cada persona que tenga la oportunidad de conocer e interactuar; esa disciplina, ese trabajo, ese amor que le pone uno a las cosas, me parecen fundamentales, y lo veo a lo largo de mi carrera, estoy cumpliendo en julio de este año 23 años en Unilever”.

¿Cómo fue tu llegada a la empresa?

Recuerdo perfecto el primer día en que llegué a las instalaciones de Helados Holanda, estaba en búsqueda de trabajo. Me hicieron todos los exámenes para admitirme, y cuando regresé a casa le platiqué a mi esposa: “Es que me encanta porque hasta las oficinas huelen a helado”. Y enfrente tenía un gran reto porque acababan de instalar un nuevo sistema a nivel nacional y yo iba a ser el jefe administrativo y financiero de una unidad de negocio, de un centro de distribución, el más grande en Latinoamérica. El reto era grande, pero a mí me gustan los retos, y dije: “Tengo que poner en orden esto”. Yo veía las oportunidades y no los problemas en esta nueva etapa en mi vida en una organización increíble, veía todos los días las camionetas, las rutas, soñaba con poder dirigir a esa Fuerza de Ventas con identidad muy propia, con mucha garra; los muchachos me platicaban de los problemas que vivían en su jornada, que a veces un cliente no les quería pagar, y entonces me empecé a involucrar con ellos, a ser empático y entender cómo podía apoyarlos; ahí empezó mi sueño, en 1999, y dije: “Voy a liderar esto, quiero ser quien dirija a esta Fuerza de Ventas que nos representa tan dignamente, quiero entender más sobre el entorno, contribuir, hacer historia, dejar un legado”.

Y empezaste completamente desde abajo…

Completamente desde abajo, me tocó gestionar con mis equipos de trabajo cada problema que ellos enfrentaban, vendedores que me decían: “Es que Román, el cliente no me paga, vente conmigo para que veas que es en serio”, y me subí a las rutas con ellos. A partir de ahí encontré algo que fue y sigue siendo fundamental en cada puesto que he desempeñado en la organización para mí: la empatía que podamos tener con los equipos de trabajo, el entendimiento de lo que ellos enfrentan todos los días, ponerse en los zapatos de los demás, tener una conexión real. Y fue así que comprendí lo que es el liderazgo para los equipos, servir a ellos, facilitar su trabajo, en realidad yo no me considero que sea el jefe de esta organización, soy un facilitador, trabajo para mi equipo, y lo digo de verdad, con acciones, no solamente con palabras. Entendí perfecto cuáles eran los motivadores de este gran equipo al que llamo ¡mi familia de camisetas rojas! Entendí la importancia que tiene cada área en la organización: desde las personas que compran los materiales, los que producen, los que imaginan los productos, las campañas, los que cuidan de nuestra salud financiera en las agencias, quienes despachan nuestras rutas y, por supuesto, quienes día a día entregan millones de sonrisas en nuestros congeladores.

Román comparte que una de sus mejores épocas aplicando el Liderazgo para los Equipos fue cuando logró ser la mejor Región del país por tres años consecutivos con todos los indicadores a tope, “porque me convertí justo para ellos en alguien que si me hacían una llamada, yo les ayudaba a resolver el problema, con esto el equipo hizo su trabajo de forma extraordinaria, hizo magia al entender que todos buscábamos un objetivo en común”.

¿En estos 23 años has estado en varias áreas?

Sí, a pesar de estar muchos años en el negocio de helados, también manejé todas las categorías y canales de Unilever, desde el área de Ventas, y fui director de una división que tenemos que se llama Unilever Food Solutions, donde servimos con nuestros productos en tamaños institucionales a hoteles, restaurantes y comedores industriales. Si algo me gusta de este andar en Unilever es que he tenido la posibilidad de conocer y aprender de muchas personas, y entender también la perspectiva de distintas áreas que he tenido la fortuna de manejar. Me considero alguien que tiene perfecta sensibilidad de lo que es el mercado mexicano, y ahora que tengo un gran reto en Latinoamérica, la misión es la misma: entender a profundidad las necesidades y en consecuencia cómo debemos atender cada una de ellas.

¿Cuál es el gusto de los mexicanos en cuanto a helados?

Qué bueno que pones esto sobre la mesa; me parece que el gusto del mexicano es muy diverso, pero en realidad lo que más nos agrada a los mexicanos es tener ese instante de placer y evocar esos momentos como yo les platicaba de cuando era niño, la conexión que existe entre el mexicano y el consumo del helado, porque siempre evocas momentos de felicidad, de añoranza, nunca negativos, sí positivos. Te puedo decir que es muy variado, aunque tenemos productos líderes, por ejemplo, nuestra Magnum Almendras, que es el que más aceptación tiene entre los mexicanos, pero justo está por este tema de indulgencia y de placer que tenemos. También tenemos Mordisko, una marca orgullosamente mexicana y que hoy exportamos.

Pensando un poco en Latinoamérica, ¿qué implica este nuevo cargo que desarrollarás en este mercado?

Sin duda alguna representa un gran desafío, pero como lo mencioné antes, soy un hombre de retos. Con este nuevo rol tendré bajo mi responsabilidad más de 35 marcas de helados y paletas, entre ellas Ben & Jerry’s, Tablito, Fruttare, Eskibon, Sanduche, Polito, Magnum y Cornetto. Además lideraré nuestras cuatro fábricas de helados, lo cual no es nada sencillo, pues en ellas se producen más de 170 toneladas de producto gracias al esfuerzo de 1,100 colaboradores que todos los días ponen el corazón de nuestra marca en todo lo que hacen.

¿Cuáles han sido los mayores retos que has enfrentado?

Pienso que, sin duda, algo que cambió al mundo fue la pandemia, me parece que ninguna organización estaba preparada al 100%. Ese fue un desafío muy grande en Unilever, en Helados hicimos las cosas bien durante la emergencia sanitaria. La prioridad fundamental era proteger y salvaguardar la integridad de nuestros equipos de trabajo. Te puedo asegurar que desde el minuto cero teníamos protocolos establecidos de acceso a nuestros centros de distribución con medidas sencillas pero contundentes para garantizar la salud de nuestros equipos; compramos termómetros, cubrebocas, gel antibacterial, y establecimos rituales de comunicación a nivel nacional para entender cómo cuidarnos en cada momento. Algo bien importante que hicimos y que me parece fue una pauta en la industria es que entendimos la importancia que tenía para nuestros equipos el no usar transporte público durante el pico de la pandemia, entonces dimos opciones distintas para que nuestros colaboradores llegaran cada día a sus centros de trabajo. Muy importante es que además de proteger a nuestros colaboradores, mantuvimos la continuidad del negocio, que eso es importantísimo. Otro desafío fue entender cómo empezaron a cambiar las tendencias de consumo, los momentos de consumir en casa se volvieron más relevantes. El consumo de los litros, de las Viennettas, los multipacks, nos llevó a tener la importancia de reinventarnos incluso en las líneas de la planta; dimos prioridad al volumen de los productos que consumían las familias mexicanas, sin descuidar nuestros productos más queridos. Como resultado te puedo decir que durante la pandemia logramos penetrar en un millón de hogares mexicanos más, esta parte de adaptación del cambio también lo hicimos muy bien. Y un tercer punto que igual se volvió relevante, y que antes de la pandemia ya estábamos preparados para enfrentar, es la digitalización. Helados Holanda tiene 95 años de existencia en el mercado mexicano, y la digitalización se volvió también fundamental. Nos atrevimos a hacer un cambio: durante la pandemia pusimos a la orden de nuestros clientes un nuevo sistema de levantamiento de pedidos a través de la digitalización. Tenemos un WhatsApp Bot, un robot con una identidad propia que se llama Heladio, que es nuestro vendedor virtual, entonces rompimos la barrera con el cliente. Hoy tengo un vendedor que está presente 24 horas al día, siete días a la semana, para atender las necesidades del consumidor. Tenemos un entorno digital para los clientes que ofrece una mejor experiencia de compra, precios más atractivos, ofertas y promociones diferenciadas y focalizadas. También quiero complementar contándoles que hoy atendemos a nuestra población en los hogares con alianzas estratégicas con algunos proveedores de servicio de entrega a domicilio; lanzamos hace un par de años un servicio que se llama Ice Cream Now, con el que en menos de una hora entregamos nuestros deliciosos productos en tu casa. Estas tendencias de digitalización han sido un parteaguas súper importante.

¿Qué tan importante es el tema de la inclusión?

Hace unos años iniciamos con una ambición bien relevante: empezamos a entender qué grupos de vulnerabilidad existían en el país, hay muchos en México, pero uno de ellos es la discapacidad física. Tenemos una alianza con Teletón de más de 17 años, contribuimos entre otras cosas con la distribución de los botes de donativos que ustedes ven, nosotros los distribuimos a nivel nacional. Con este entendimiento que nos ha dado esta alianza con Teletón, hace tres años y medio lanzamos nuestro propósito de marca que se llama “Derritiendo Barreras”, donde la misión es crear un mundo más feliz e incluyente, donde la única diferencia que exista entre los mexicanos sea el sabor del helado que nos gusta. Atacamos el tema de la discapacidad física con tres acciones fundamentales: la primera, generar oportunidades de trabajo para personas con discapacidad. La segunda, normalizar la comunicación de la discapacidad, porque la gente con discapacidades no quiere ser víctima ni héroe, sólo busca las mismas oportunidades. Y la tercera, crear nuestro concepto de columpio incluyente; tenemos siete ahorita en el país, en parques representativos, uno de ellos lo pueden ver en el Bosque de Chapultepec, donde una persona en silla de ruedas puede subirse a un columpio de manera autónoma y disfrutarlo. Eso lo tenemos como un símbolo de nuestro propósito de marca “Derritiendo Barreras”.

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