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Los Bichir, Un lujo en escena

por: Rodrigo Araiza

 

Demian, Bruno y Odiseo, dirigidos por Alejandro, su padre, protagonizan El último preso

Posar para el fotógrafo no es lo suyo. Mucho menos la moda y el glamour. Pero donde sí se sienten cómodos es en los escenarios, los cuales conocieron a temprana edad de la mano de su padre y madre.

“Somos obreros de las artes escénicas, trabajamos primero donde nos quieran, luego donde nos llamen y después donde se pueda”, define Bruno, el menor de los Bichir, a la profesión que le da sentido a sus vidas.

Juntar a los hermanos Bichir no es nada fácil. Incluso su padre, Alejandro, lo reconoce. Debido a los compromisos laborales del trío de actores, es casi imposible verlos en el mismo escenario y al mismo tiempo, pero ahora esto es posible gracias a la puesta en escena El último preso.

Y para aprovechar que sus tiempos coincidieron, platicamos con los hermanos Bichir y con su papá, quienes conforman una de las dinastías más prominentes de la actuación en México.

Esta familia, que goza de una gran tradición actoral, nos cuenta lo complicado de reunirse para trabajar en un mismo escenario y las suertes que enfrentan para ensayar a distancia.

Además, Odiseo (O), Demian (D), Bruno (B) y su padre, Alejandro (A), nos comparten un par de anécdotas que nos permiten ver la admiración, respeto y cariño que hay entre ellos.

¿Qué tan complicado es hacer que sus agendas coincidan para presentar “El último preso”?

A: No tengo palabras porque es difícil reunirlos para ensayar. En sí, reunirlos para que podamos estar aquí es difícil, ojalá que la gente se motive y venga a divertirse al teatro. La obra que presentamos es inteligente, pero al mismo tiempo es fácil de entender para chicos y grandes; es como las obras antiguas que no tenían groserías ni doble sentido, simplemente presentan una historia que puede suceder aquí, allá o acullá y, sin embargo, resulta atractiva hacerla porque nos entretiene y la gente se divierte.

B: Es realmente complejo, porque así se dio, así se han dado nuestras vidas; no es que nos carguemos de trabajo innecesario o nos demos nuestro taco, simplemente ha sido complejo. Para fortuna nuestra tenemos mucho trabajo y cuando no hay nos lo inventamos, y para bien o para mal muchas veces es fuera de la Ciudad de México, entonces no es tan fácil coincidir en el mismo espacio y tiempo.

¿Cómo le hicieron para ensayar?

B: Fue muy difícil ensayar este proyecto, por supuesto lo hicimos, incluso en la madrugada, por Internet o cada quien por su cuenta, y luego nos juntamos unas horas; nos hacemos un poquito veraces para poder ensayar, no necesariamente juntos, pero sí lo hemos hecho. Es una obra que ya hemos montado, sin embargo, somos obsesivos, amamos nuestro trabajo, y esto nos da la gran oportunidad de poder juntarnos, si no para comer, sí para ensayar.

En el caso de El último preso, ¿qué elementos de la obra pueden estar presentes en la situación actual de México?

O: Se supone que la justicia debe ser expedita, y si eso falla y tarda en suceder, pues no estás protegiendo a los ciudadanos; esa es una correspondencia de la obra con la realidad. Es un asunto que a nosotros nos importa compartir con el público, es muy importante presentar El último preso como se presentan otras obras, otros géneros; es ejercer nuestro derecho a opinar, a disentir, a presentar cuestionamientos de manera creativa, inteligente, donde te la puedas pasar bomba.

B: No creo que se deba renunciar a los ideales, al contrario, el ideal es ser libre, hay que defender ese ideal hasta las últimas consecuencias. Lo último que hacemos es comprometer nuestros ideales, el ser humano no lo debe hacer, debe ir lejos defendiéndolos. Esta obra tiene que ver con eso, con defender los ideales, y el gran ideal de esta obra es la libertad del ser humano, no el libertinaje, no pisotear al otro, sino ser libre. ¡Viva la libertad!, hemos gritado en este país y en muchos otros que en su momento luchan contra un yugo.

¿Consideran que las artes escénicas son un factor de cambio social?

D: A través de los siglos ha sido una herramienta de crítica constante. Los grandes dramaturgos se convierten en cronistas de su tiempo; la enorme virtud de estos clásicos es que sus obras encajan siempre en cualquier época.

B: Sí, son un factor de cambio social, no son el único, ni el que inclina la balanza para cambiar a una sociedad, pero sí es un factor. Tan no es determinante que no es un misterio que la mitad de los teatros de esta ciudad y del país están vacíos; no ha habido un interés teatral para que el ciudadano alimente su necesidad natural y casi fisiológica para confrontar ideas, y el teatro sirve para eso, para confrontar ideas, reflexiones y hacer catarsis. Somos una sociedad adormilada, y al sistema corrupto le conviene que sea una sociedad que no piense, que no sienta con profundidad. Al Estado le conviene que el pueblo esté anestesiado, felizmente cómodo con emociones triviales o superficiales. Esta obra no va a cambiar el mundo ni al país, pero probablemente hará que los espectadores cambien a través de sus reflexiones.

¿Sienten que los Bichir ya conforman una dinastía como la de los Soler?

O: Tengo mucho respeto por la familia Soler. Hay familias amadísimas, admiradas, y cada una ha ganado un sitio especial gracias a sus personalidades, a sus estilos y a su particular huella. En el caso de la familia Bichir, nos corresponde agradecer esas comparaciones, pero creemos que nos queda un trecho enorme por recorrer. Tenemos gran admiración por lo que ha conquistado nuestro hermano Demian, no ha sido nada fácil convencer a los más exigentes en el planeta y seguir ganando terreno en el difícil arte dramático.

B: No, los Soler fueron maravillosos y todavía hay reminiscencias de esa familia entre nosotros como el maestro Luján, que es un esplendidísimo actor. Obviamente los Ciangherotti, Cassandra es una mujer extraordinaria y talentosa; hay muchas familias que nos llenan de alegría en las artes escénicas. Nosotros ponemos un grano de arena en ese término, y qué bueno y qué gusto, pero nosotros no somos más que simples Bichir.

Como hermanos, ¿cuáles son los defectos y virtudes que ven en el otro?

D: Odiseo es un actor de un enorme poder intelectual. No conozco a ningún actor que trabaje sus personajes como él, desmenuza cada palabra, cada letra, cada texto, en ello se le va la vida. Puede estar encerrado en esa etapa creativa y se le puede olvidar la hora de comer y de dormir, es un actor muy generoso, no lo digo sólo por mí, sino que me lo dicen compañeros que han trabajado con él. Es un ser humano hermoso, tiene toda la decencia de la que carecemos Bruno y yo. Probablemente su defecto más grande es su mayor virtud, que es no permitir nada fuera de lugar, y eso se convierte en una carga también, él no acepta menos que el trabajo exacto. Y Bruno es, sin la menor duda, uno de los actores más sorprendentes que conozco. Ha ido al extremo de hacerle creer a todo el mundo que puede cantar, de convencerte que puede llevar el peso de un musical tan difícil como Cabaret y además bailar, y eso únicamente sucede porque se mimetiza con los personajes. Y sin duda su gran defecto radica en su enorme rigor, esa poca atención que se da a él mismo; toda la atención que les regala a sus personajes se la escatima a él, se le olvida comer, dormir.

O: Demian es un actor muy completo, como pocos, un actor extraordinario, muy entregado, disciplinado, virtuoso, pero además es un ser humano inteligente, generoso, valiente, con una enorme fortaleza física y espiritual; es ejemplar, muy paternal, gran protector, le gusta correr riesgos. Y el defecto no lo encuentro porque probablemente uno de los que pudiera acusar en él sería que no me deja echarle la mano; además, Demian toca el piano, la guitarra y escribe. Bruno es un genio que lo mismo te dibuja, escribe, dirige, produce y hace pantomima, es incomparable con la expresión corporal. Su defecto es que nunca se da un descanso, es muy raro que lo veas descansar, siempre está creando.

B: Los defectos son muy difíciles, cada quien sabe los suyos; además, hablar de defectos y virtudes me es muy curioso, en todo caso mis hermanos son hombres complejos, entregados, apasionados de la vida y del arte, así como de su profesión y de su país; son hombres congruentes que buscan, se informan e investigan, y están revisándose y revisando el mundo.

Señor Alejandro, después de dirigir a sus hijos en su vida, ¿cómo es hacerlo en escena?

A: Eso es más difícil todavía porque si de chiquitos no entendían, ahora menos. Bruno estaba pequeño y era incontrolable. Yo decía: “A ver a qué hora crece para que tome conciencia de que no le puede mentar la madre a su padre, que no lo puede agarrar a patadas”. Inconcebible. De pronto con Karina Duprez, con quien yo hacía una comedia, y con mucho esfuerzo iba desde Las Arboledas hasta el Teatro Independencia, lo dejaba y me iba a cumplir con mis obligaciones. Regresaba por él, me tardaba 20 minutos y ya con eso bastaba para que estuviera furioso. Yo metía los brazos para defenderme de los golpes que me tiraba y se apoyaba más bonito para darme patadas, jajaja.

¿Cuál es la mayor lección que su padre les ha dado?

B: Ser responsables de nuestras propias acciones, es lo más importante. Libre albedrío, gran libertad, pero una gran responsabilidad, un amor desmedido por la vida, por el teatro y por las artes escénicas en general.

O: Todos los días es una bendición contar con mi padre y madre; es un aprendizaje constante, es una oportunidad de disfrutar que los tienes contigo, aunque en un momento no coincidas. Puedes discrepar y tener diferencias, pero tenemos mucha suerte porque mi madre y padre se dedican al teatro desde jovencitos, y es algo que te transmiten cuando llegas al mundo.

 

Cuando están lejos, ¿se extrañan?

D: Siempre estamos al tanto de todos, lo tienes que hacer con tus amigos y tu familia, procurar los afectos.

B: Afortunadamente la tecnología nos permite estar comunicados, y si es posible nos mantenemos en contacto a través de las vías de comunicación existentes, es una fortuna. No estamos en paquete, ya no vivimos juntos desde hace muchos años, cada cual viaja por diversas partes; nos amamos con locura, nos respetamos y hay mucha admiración por los caminos que cada quien ha elegido; hay muchas coincidencias que nos permiten estar cerca, incluso cuando hay diferencias se resuelven muy pronto, y eso es una fortuna.

Y cuando se ven, ¿de qué platican?

B: Hablamos de teatro, de cine, de las artes, un poco de literatura; eventualmente sale a flote, pero hay más música involucrada. En el teatro cabe todo: tragedia, risa, política, comedia, sociedad, sexo, dinero, pasiones, frivolidades, trascendencias, profundidades. El teatro es muy cercano a la vida, somos una extraña combinación de todo, el teatro nos puede explicar muy bien a nosotros. Shakespeare hablaba de amor como de muerte, de hambre como de vastedad y riqueza, de comedia y de tragedia, de la naturaleza humana. Guardadas las proporciones y con todo respeto, creo que somos más shakespereanos.

Demian, ¿cómo te cambió la vida trabajar fuera de México?

D: La gente cree que me fui a hacer otra carrera a otro lado, pero la sigo haciendo de la misma manera, voy a donde me quieran y a donde haya un proyecto que valga la pena. Curiosamente ha sido en Estados Unidos donde han ocurrido una serie de ofertas interesantes, pero de igual manera he ido a filmar a Argentina, Irlanda, Colombia, Bolivia. En México hay un par de ofertas, me gusta moverme constantemente, eso me ha ayudado mucho a ver no sólo el fenómeno teatral de mi país, sino mi propio fenómeno como artista y como hombre. Son las vivencias lo que te enriquece como actor.

¿Y qué te ha dejado trabajar con Tarantino, Kurt Russell y Samuel L. Jackson?

D: Cuando ellos te muestran no sólo cariño, sino admiración, es muy interesante. Yo me di cuenta porque la primera lectura que hicimos tenía el mejor asiento de toda la sala, primera fila para ver a estos monstruos que he admirado toda mi vida. De pronto me di cuenta que yo estaba ahí por alguna razón en particular, que ellos me recordaban; nada sucede gratuitamente, de alguna manera ellos saben que tienes el nivel para jugar. Y así como con Tarantino, también sucedió con Oliver Stone o con Robert Rodriguez. El hecho de que confíen en el enorme talento que nace en este país, es un gran beneficio no sólo para mí, sino para todos los actores de México. Y compartir escena con actores como Kurt Russell, Sam Jackson, Tim Roth, a quienes he admirado toda mi vida, fue gratificante no sólo como actor, sino por todo lo que charlábamos fuera de cámara y lo que seguimos hasta la fecha.

 

CUESTIÓN DE ESTILO

Obra: El último preso.

Foro: Teatro Helénico.

Horarios: Viernes 20:30, sábados 18:00 y 20:30, y domingos 18:00 horas.

Dirección: Alejandro Bichir.

Reparto: Odiseo, Demian y Bruno Bichir, además de Reynaldo Rossano.

 

FRASES

“… nosotros no somos más que simples Bichir” B

“… mis hermanos son hombres complejos, entregados, apasionados de la vida y del arte, así como de su profesión y de su país…” B

“La gente cree que me fui a hacer otra carrera a otro lado, pero la sigo haciendo de la misma manera, voy a donde me quieran y a donde haya un proyecto que valga la pena” D

“Se supone que la justicia debe ser expedita, y si eso falla y tarda en suceder, pues no estás protegiendo a los ciudadanos; esa es una correspondencia de la obra con la realidad” O

“… es más difícil todavía (dirigirlos hoy) porque si de chiquitos no entendían, ahora menos” A

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