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Estilo DF Weekend Fernanda y Mauricio

por: Mario Cabrera

HACEN BUEN EQUIPO

 

FELICES DE TRABAJAR JUNTOS EN YA VEREMOS, CINTA EN TORNO AL CUIDADO QUE LOS PADRES DEBEN PRODIGAR A SUS HIJOS

Los disparos de la cámara ya han cesado, no obstante, la fraternidad entre Mauricio Ochmann y Fernanda Castillo se mantiene perpetua. Las bromas fluyen y sólo son superadas por sus risas y las de quienes se han rendido ante su sentido del humor. La dupla ha sabido conservar la amistad que surgió hace años entre ambos, cuando comenzaban a forjarse una carrera en el medio artístico. En las entrevistas con EstiloDF que han ocurrido por separado, los dos citan Corazón Marchito, película mexicana de 2007, como uno de sus encuentros primigenios y quizás uno de los más fortuitos. A partir de entonces, los años transcurrieron, pero sus caminos estaban destinados a volver a encontrarse, ya sea sobre las tablas o en televisión, formato al que le deben el fortalecimiento de su relación cuando fueron parte de El Señor de los Cielos . Ahora, 11 años después de haberse encontrado por vez primera en el plató, actriz y actor desbordan emoción pura ante el estreno de Ya Veremos, proyecto que los llevó a reencontrarse con una encomienda muy particular: convertirse en un auténtico suceso en taquilla. No es para menos, tanto Mauricio como Fernanda han demostrado ser actores queridos por la gente que ha apoyado sus respectivos trabajos. Pero lejos de pensar en números, los amigos se enfocan en su anhelo por sensibilizar a la audiencia gracias a esta historia que plantea cómo una ex pareja debe dejar de lado sus diferencias con la intención de cumplir los deseos de su hijo, quien permanece ante la incertidumbre de perder la visión.

 

FERNANDA CASTILLO

 

¿Cómo fue que te sumaste a este proyecto?

Junto con BH5 filmé Una Mujer sin Filtro y ellos eran la productora detrás de Hazlo como Hombre, el último proyecto de Mau. Ellos tenían esta historia donde necesitaban a una pareja, y al ver este vínculo tan padre que tenían con los dos, nos buscaron. En lo particular me pareció un guión muy conmovedor, además tenía mucha comedia de situación a un grado que no había tenido oportunidad de llegar en otras películas. Asimismo, trabajar con Mau, con quien llevo muchos años haciendo diferentes proyectos en todo tipo de formatos (de hecho en la primera película que hice, Corazón Marchito, tuve un personaje chiquitito en una escena con él), fue para mí un gran aliciente. Me parece que se trata de una historia muy peculiar, pues te puedes reír por las peleas de perros y gatos que mantiene mi personaje y el de Mau, pero también te conmueves con ese amor incondicional que le profesan a su hijo.

 

Hemos escuchado que en ocasiones los actores emplean experiencias propias para la materialización de sus personajes, sin embargo, en esta cinta te tocó darle vida a una madre, ¿cómo fue este ejercicio creativo?

Siempre he pensado que me gustaría tener una familia, así que fue increíble interpretar a la mamá de Nano porque es un niño inteligente, simpático y que nos traía de bajada a Mauricio y a mí. Todo esto provocó en mí que creara mucha conciencia de este amor incondicional del que hablan todas las madres y que por supuesto en algún momento me gustaría vivir. Para mí como actriz era importante crear un personaje diferente y que de verdad reflejara un vínculo real con su niño. La verdad, creo que lo logramos muy bien, pues hicimos una familia en sólo cinco semanas. Incluso Erick, que sale en la cinta como la nueva pareja de mi personaje, decía que en verdad Nano, Mau y yo parecíamos una familia. Fue padre lograr eso con dos compañeros en la ficción y trascender con el mensaje que de verdad puedes crear lazos con quien sea, fuertes y que sean producto del amor.

 

Contar con Mauricio, ¿volvió más sencillo el reto?

Sin duda. Creo que lo más importante para Mau y para mí era eso: hacer equipo, justo como lo tienen que hacer nuestros personajes en la trama, forjando desde el principio un vínculo fuerte con Nano. La pasamos tan bien y nos divertimos tanto, y nos metimos tanto en la historia que creo que fluyó; el director (Pitipol Ybarra) siempre dice que es lo más hermoso que ha hecho y creo que esa sensación es la misma que tenemos nosotros también del proyecto.

 

Ahora tuviste un reto de este tipo, pero ¿hasta qué grado eres capaz de llegar en el plano laboral?

Cada vez me voy sorprendiendo más de mí; me gustan mucho las transformaciones físicas, pues creo que son muy importantes porque sostienen con hechos lo que uno dice con palabras. Los actores siempre decimos: “Esto es una herramienta de los personajes”, pero si después llegas al set y te atreves a expresar cosas como: “No me quiero cortar el pelo porque no me gusta cómo me veo o no me lo quiero pintar”, estás traicionándote. Creo mucho en ese tipo de cosas y que además los personajes son oportunidades de poder tocar al público desde otro lugar. Ahora vengo de filmar una película donde tuve que subir 12 kilos para poder interpretar a mi personaje y no está fácil, ni la subida y menos la bajada, además te cuestionas muchas cosas de salud, autoestima e inseguridades; sin embargo, sí creo que el público se merece que los intérpretes demos todo de nosotros para poderles contar una historia, porque son ellos los que van al cine, los que salen de su casa para ver qué nueva historia les vas a contar y los que se merecen que demos todo. Yo lo hago con transformaciones físicas e investigando, cada quien tiene su manera, pero sí puedo decir que soy una actriz a la que le gusta meterse a fondo. Transformarse en un personaje diferente es una oportunidad para llegar a la gente; creo que ahora este proyecto me brinda la posibilidad de que otras personas conozcan mi trabajo y vean que no sólo soy Mónica Robles, que no soy lo que he hecho antes y que me dejen contarles una nueva historia. Eso es lo que tiene que hacer un actor todo el tiempo: tratar de llegar a todo el público posible de las maneras en que éste lo necesite.

 

¿Y alguna vez has sentido cuestionados tus valores con un personaje?

Me pasa todo el tiempo, pero creo que no tengo reparo. Cuando interpreto a una narcotraficante o asesina, no lo hago pensando sólo en entretener y ya, creo que tengo que encontrar en cada papel la forma de mostrar un ser humano y las razones del porqué es lo que es, no me puedo pelear con los personajes. Más bien, mientras más reto sea, más tengo esa oportunidad para transformar al público para que lo vea. Por ejemplo, al interpretar a una narcotraficante, como lo hice muchos años, la gente puede entender que es un ser humano y su actuar es consecuencia de dónde y cómo creció, que también le duelen cosas y eso no justifica lo que hace. De esa forma la gente puede ver por qué existe eso en nuestro país, que no son buenos y malos, sino que hay un matiz de grises en las circunstancias. Nunca ha habido nada, ni moral ni físico, ninguna exigencia que me haya detenido de hacer un personaje, creo que el día que me ponga mis moños por eso, habré perdido la esencia de ser actriz.

 

Sumas un nuevo proyecto en cine, ¿consideras haber encontrado el formato adecuado para continuar tu carrera?

No, más bien creo que estoy abriendo nuevas puertas, que apenas estoy empezando, que los mejores personajes de mi carrera están por venir, gracias a Dios. Después de muchos años de partirme la madre, literal, se están abriendo las puertas del cine y tengo ganas de seguirme retando tanto en este formato como en televisión. No me gustaría pensar que me voy a quedar en una sola faceta, pues no creo que un solo formato tenga la verdad absoluta para el actor. Me gusta pensar que mientras más versátil me vuelva, más interesante va a ser tanto mi actuación como mi carrera vista desde fuera. Estoy contenta de haberme demostrado que podía hacer comedia, entre otras cosas, que la gente me viera de otra manera, aunque eso sí, sé que apenas voy iniciando.

 

Has encontrado en la comedia una forma de bajar las revoluciones después de tantos proyectos con mucha carga emocional, ¿cómo te ha sentado este cambio?

Increíble, a partir de que comencé a hacer personajes chiquitos en comedia y, bueno, ya con Una Mujer sin Filtro terminé por desbocarme. Encontré en la comedia un lugar para probarme cuánto me puedo poner en ridículo, y me gusta mucho; sobre todo porque cuando eres más joven lo que menos quieres es quedar en ridículo o al menos a mí me pasaba así y encontré en este género un espacio para retar mi ego y mi humildad burlándome de mí, y eso te da una madurez diferente de cómo ves todas las cosas. Siendo honesta, no sabía que podía hacer comedia hasta que empecé a hacerla, y la verdad es que me la paso muy bien. Sin embargo, debo decir que quiero cambiar, por eso es que mi siguiente proyecto será una película de terror, pues es algo totalmente nuevo.

 

Da la impresión de que estás en una búsqueda constante por nuevos desafíos, ¿siempre has sido así?

Siempre he sido así, pues creo en la evolución, en que uno debe probarse y prepararse todo el tiempo. Como actor, cuando te estancas y te repites una y otra vez, ese día se habrá terminado tu carrera como artista. Soy creyente de eso, así que me gusta acercarme a proyectos que me den miedo, que me hagan sentir mariposas, pero sobre todo, que me apasionen.

 

MAURICIO OCHMANN

 

¿Qué te llevó a sumarte a este proyecto?

A mí me gusta cambiar de género y de personajes, tratando siempre de matizarlos de diferente manera, entonces, después de que en Hazlo como Hombre interpreté a un personaje tan peculiar estaba en busca de algo así: diferente. Cuando llegó a mí este guión y este papel tan peculiar, me encantó. Al terminar de leerlo supe que quería hacerlo, pues sentí que posee una temática que le hace falta al cine nacional, ya que habla de la familia y de voltear a ver a los hijos, pues muchas veces estamos inmersos en el rollo profesional o esas prioridades personales, y descuidamos a los seres queridos. Que el protagonista infantil de esta cinta tenga un problema de vista que provoca que los papás volteen a verlo, me pareció una paradoja interesante. Fue como preguntarse: “¿Por qué tiene que sucederle algo a nuestros hijos para que les prestemos atención?”. Además me pareció interesante hablar de un tema tan común como el de los niños que crecen con papás separados.

 

¿Qué significó tener la oportunidad de coincidir nuevamente con Fernanda?

Qué puedo decirte, Fer y yo nos conocemos desde hace años. Fue en Corazón Marchito cuando trabajamos por primera vez. Ella y yo hemos hecho cine, teatro y televisión, pero más allá del plano laboral somos muy buenos amigos en el día a día. Creo que eso se nota en pantalla, pues esa química y familiaridad no puedes fingirlas. Muy aparte de que ella sea una gran amiga, Fer es una actriz generosa y compartida con su arte, lo que se traduce en un agasajo al ensayar juntos y estar en el set ya sin necesidad inclusive de recurrir a una comunicación verbal.

 

¿Fue complicado darle vida a un hombre que lidia con la paternidad y con las consecuencias de sus decisiones?

Me pasó algo curioso, pues me sirvió muchísimo el poseer la experiencia de ser padre en la vida real. Viví algo parecido a lo que le toca a mi personaje, pues era papá de fines de semana al haberme divorciado de la mamá de mi hija Lorenza. Fue un poco la misma dinámica, eso de tener que establecer tiempos para estar con ella y otras situaciones. Esto me ayudó a tener cierta empatía con mi personaje, a conectar con Nano (Emiliano Aramayo, quien interpreta al hijo de su personaje). Llevé mucho de ese episodio que me tocó vivir, al set.

 

Padre que lo da todo, ¿te identificas?

Creo que lo importante como papá es encontrar el equilibrio de las cosas. Al principio, con Lorenza me empeñaba en ser su amigo, algo que aunque también está bien, me hizo reflexionar y me llevó a entender que amigos ella podrá tener muchos, pero padre sólo uno, alguien que la guíe pero también que establezca límites, porque si no el día de mañana esto puede traer consecuencias negativas. Cuando me cayó el veinte, traté de encontrar el equilibrio entre amistad, paternidad, confianza, respeto y honestidad. Algo que me gusta de esta película es poder mostrar esta situación que muchos papás viven, en la que se enfocan tanto en que su única responsabilidad es la de ser los proveedores, que de repente tienen que darse cuenta de que las cosas no son así, que los hijos necesitan ser escuchados, interactuar con ellos, dedicarles tiempo y demás.

 

Ahora que hablas de paternidad, ¿cómo te sientes de repetir esta experiencia con el nacimiento de Kailani?

Estoy feliz, volver a ser papá me llena la vida. Hace no mucho nos fuimos de viaje y mientras estábamos con Lorenza y Kailani, le dije a Ais: “Creo que mi misión en la vida es ser papá”, porque de verdad lo disfruto mucho. Lorenza tiene 14 años y se encuentra en su etapa adolescente, mientras que Kailani es una bebé y demanda otro tipo de necesidades, a pesar de que es muy diferente la experiencia con ambas, me encanta estar con las dos y ver las diferencias y los matices. Me siento feliz, ser papá es lo mío.

 

En los adelantos de la película podemos verte en algunas escenas con el cabello teñido de azul; si bien no es un cambio tan drástico, ¿qué tan dispuesto estás a hacer algo que requiera de mayor sacrificio?

No tengo bronca, la verdad es que siempre le he entrado a los cambios. Creo que el cuerpo de un actor es una herramienta de trabajo que debe estar al servicio del personaje, entonces dependiendo de las necesidades del guión, le entro al cambio, aunque eso implique subir o bajar de peso, cortarme el pelo, pintarlo, etcétera.

 

Queda claro que en el aspecto físico no tienes limitantes, ¿pero qué hay de aquellos proyectos que ponen en conflicto la cuestión moral?

Una de las primeras reglas que debes asimilar como actor es que no debes juzgar al personaje, porque entonces limitas las oportunidades de interpretar a una gran cantidad de roles. Con lo que estoy siendo un poco más estricto y selectivo es con el contenido general del proyecto. Es decir, no voy a dejar de interpretar personajes esquizofrénicos, villanos o en conflicto si esa es la encomienda, pero lo que sí busco es que ese mensaje que envía el proyecto en general, sea congruente con mi manera de pensar o de sentir en ese momento.

 

Lo que acabas de decir empata muy bien con las razones que te llevaron a concluir tu participación en El Chema, ¿te sientes satisfecho con la decisión que tomaste?

Absolutamente. A mí este personaje en específico me encantó (…), pero al final me percaté que el mensaje que mandaba no era el de contar una verdad, sino el de mostrar a estos personajes como superhéroes, cuando no es así. Fue en una gira que di por México y Estados Unidos cuando pude percatarme de la presencia de tantos niños fanáticos de la serie, algo que me llevó a cuestionarme. Creo que como sociedad hemos perdido de vista los límites de lo que ven nuestros hijos, y me parece preocupante. Si bien mi responsabilidad como actor no es esa, me doy cuenta de la situación que se vive en el país. Así que cómo podemos esperar que no haya violencia y corrupción, si estamos fomentando, alimentando y plagando nuestras plataformas de estos contenidos. Ojo, tampoco estoy diciendo que no se hagan este tipo de temáticas, pero sí pido que se cuide el mensaje general, que no esté torcido, porque podemos contarlo bien, con sus consecuencias y riesgos.

 

¿Qué opinas de la respuesta de la gente que si bien se sorprendió con tu decisión, terminó por aceptarla?

Agradezco el apoyo de la mayoría de la gente que se mostró muy contenta con la decisión, lo que me sorprendió de verdad fue la reacción de los medios. Todos me criticaron, como diciendo: “Ay, pues es un actor y tiene que hacerlo”, como justificando ese rollo. Me sorprendió, pero también entendí que por eso tenemos la clase de contenido y el país que tenemos, porque esta gente es la que opina y critica antes de poner su granito de arena. Muchos pensaron que estaba tomando esta decisión como papá, pero también lo hice como actor, como ser humano y ciudadano responsable, exigiéndole a los creativos que hagamos un tipo de contenido distinto o que se cuente como es, porque cuando es de esta manera, ya no es tan atractivo.

 

Viviendo un momento muy prolífico en el cine y en el género cómico, ¿consideras haber encontrado el formato ideal?

A mí el cambio constante me encanta, y no me importar brincar de formato a formato o de personaje en personaje, pero voy haciendo lo que me va latiendo. La verdad es que disfruto el proceso, el presente, y ahí seguiré, haciendo lo que me prende y me apasione, dejando de lado aquello que no.

 

 

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