Por fin la espera terminó y la noche del 23 de abril la Arena Ciudad de México se convirtió en el primer portal al universo futurista de Katy Perry, en el arranque mundial de su “The Lifetimes Tour”. Y lo que ocurrió ahí fue más que un concierto, fue una epopeya pop entre cables, mariposas robóticas y un ejército de fanáticos listos para cruzar la frontera entre la realidad y el videojuego.

Con la precisión de un ensamblaje de laboratorio, una Katy Perry robotizada fue “encendida” en escena como una nueva deidad cibernética. Su cuerpo mecánico, de acabados impecables, fue conectado por un autómata de brazos múltiples, mientras en las pantallas gigantes destellaban códigos y advertencias digitales.

Pero justo antes de iniciar su show, un error inesperado: tropezó y cayó, provocando un “GAME OVER” abrupto. El silencio heló el recinto. ¿Una falla? ¿Una metáfora? El show apenas comenzaba.

Lo que siguió fue una experiencia visual y sonora que dejó boquiabiertos a más de 20 mil asistentes. Desde el primer acorde de “Artificial”, Perry dejó claro que esta gira no venía a repetir fórmulas, sino a hackearlas. Vestida como una heroína salida de un crossover entre Blade Runner y El Quinto Elemento, surcó el aire entre luces neón, ejecutó volteretas imposibles y transformó el escenario en una plataforma de realidad aumentada. Cada canción fue un “nivel desbloqueado” en esta simulación de amor, música y supervivencia.

Una poderosa presentación

Entre hologramas, coreografías imposibles y vestuarios que desafiaban toda lógica terrestre, los fans se sumergieron en un universo alterno donde ellos también eran parte del juego. Durante “I Kissed a Girl”, la cantante se encerró en una esfera transparente junto a sus bailarines, creando una escena que parecía sacada de un circo intergaláctico. En «Roar” la vimos montar una mariposa mecánica gigante, cruzando el cielo del recinto como una guerrera steampunk en su último vuelo.

Uno de los momentos más emocionantes ocurrió cuando Perry descubrió a dos fans vestidos de astronautas entre la multitud. Con una sonrisa cómplice (y aún con el recuerdo fresco de su reciente viaje al espacio), los invitó al escenario, que se transformó en un símbolo infinito. “Ustedes son mis aliados”, dijo. Y los abrazó como quien encuentra a su tripulación perdida.

Pero el clímax no había llegado. En “E.T.”, un grupo de villanos pixelados salió al ataque. Katy, armada con un sable de luz, los enfrentó mientras un coloso robótico emergía de las profundidades del escenario. La escena fue digna de una película de ciencia ficción: luces estroboscópicas, golpes sincronizados y una voz que parecía cantar desde el núcleo de una galaxia lejana.

El setlist fue una mezcla perfecta de nostalgia y novedades: “California Gurls”, “Teenage Dream”, “Dark Horse” y “Firework”, todas reaparecieron con arreglos nuevos, más eléctricos, más viscerales. Pero también hubo lugar para sorpresas como “Nirvana”, “Choose Your Own Adventure!” y la poderosa “Lifetimes”, que da nombre a la gira.

Al cierre, entre papelitos de colores y gritos que no querían apagarse, Katy soltó una frase que desató la euforia: “¡Yo soy la tía de ustedes!”. Una respuesta espontánea a los gritos del público: “¡Katy, hermana, ya eres mexicana!”. Y sí, después de un show así, no cabe duda de que Katy Perry ya no sólo visita México, lo habita.

Próximas fechas en México:

25 y 26 de abril – Arena Ciudad de México

28 y 29 de abril – Arena Monterrey
